30 oct 2008

Sufrimientos y tentaciones

Santo y Doctor de la Iglesia Después de tres meses de sufrimientos muy agudos, el santo falleció el 14 de diciembre de 1591. Fue canonizado en 1726.

Santa Teresa había visto en Juan un alma muy pura, a la que Dios había comunicado grandes tesoros de luz y cuya inteligencia había sido enriquecida por el cielo. Así lo reconoció la Iglesia en 1926, al proclamar doctor a San Juan de la Cruz por sus obras Místicas.

A San Juan de la Cruz le tocó sortear con mucha valentía “La noche oscura del Alma” donde una desolación interior de sufrimiento y tentaciones le hacían sentir como abandonado por Dios. Pero la inundación de luz y amor divinos que sucedió a esta prueba, fue el premio de la paciencia. "Mira que no reina Dios sino en el alma pacífica y desinteresada".
San Juan de la Cruz, “confidente de Dios” ama a plenitud y busca encontrar la bendición del amado. Necesitamos, con urgencia, esta clase de testigos para que nos contagien este ardor amoroso para con el Señor.


El Doctor místico huérfano de padre, vive con sus dos hermanos en medio de la penuria y la miseria. Viaja a Medina donde hasta los 21 años atiende a enfermos y desde allí comienza toda una vida de encuentro con Dios. Un encuentro en medio de la noche vacía para esa íntima unión con Dios. No podemos, entonces, silenciar el nombre de Dios, y para ello viene su obra extraordinaria que la puedo resumir en: “A la tarde te examinarán en el amor” “Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor".

En medio de todo necesitamos a Dios, pero hace falta quien lo viva y quien lo demuestre con sus obras. La vida de San Juan de la Cruz debe ser vista y querida, además, de imitada y amada, para lograr el nacimiento del amor de Dios en el mundo que prefiere la oscuridad a la luz.
Después de tres meses de sufrimientos muy agudos, el santo murió el 14 de diciembre del año 1591. Apenas tenía 49 años. Antes de morir quiso que le leyeran unos salmos de la Santa Biblia. Murió diciendo: "En tus manos Señor, encomiendo mi espíritu".

Señor, Dios Todopoderoso y eterno, danos la gracia de conocerte y amarte como San Juan de la Cruz para que seamos testigos de ese amor que tanto hace falta en el mundo de hoy.

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