Como no podía ser menos, la CARIDAD es tema central en toda la síntesis sanjuanista. No importa que el Santo no lo desarrolle específicamente, pues está presente de alguna manera en todas sus obras. Lo que le interesa es analizar el papel decisivo de la CARIDAD en la vida espiritual. No deja de ser sintomático que para hablar de esta realidad teologal prefiera el término “AMOR” al de CARIDAD.
La CARIDAD, ante todo es AMOR, ya que “ nos obliga a amar a Dios sobre todas las cosas “ (S 2,6,4). La CARIDAD es un amor de benevolencia, un amor de amistad. Pero la verdadera amistad es irrealizable sin la experiencia de la CARIDAD teologal.
Así, pues, la CARIDAD asume la forma de amor humano que tiende a la comunión de las personas. San Pablo amonestaba a los Efesios “que estuviesen bien fuertes y arraigados en la CARIDAD... para saber también de la suprema CARIDAD de Cristo.
La CARIDAD es la energía humana y el criterio máximo de madurez personal. Es el primer mandamiento. Es el alma de todo el proceso teologal, centrado por la unión de AMOR. No en vano “ es la CARIDAD el vínculo y atadura de la perfección” (CB 30,9). Es la virtud que hace que la voluntad se oriente a Dios. Al igual que la FE y la ESPERANZA, es la virtud teologal que se ocupa de ordenar la voluntad. La FE y la ESPERANZA no serían nada sin la CARIDAD, según la enseñanza paulina. Es la CARIDAD la que da viveza y valor a las obras de la FE y de la ESPERANZA.
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