13 ago 2009

Se vive donde se ama

El mediocre no ama, el superficial siempre vive esclavo del último fogonazo.
Se puede pasar la vida en mariposeos fugaces. Sería vivir en el cuerpo.
Pero hay otra vida para el seguidor de Jesús, para el alma enamorada.
En realidad, se vive donde se ama, más aún, de quien ama y es amado.
Entonces todo cobra nuevo sentido.
El sentido de precariedad de cuanto te rodea, el sentido de totalidad de quien amas y te ama.
Y el deseo de comunión con Dios se convierte en don agradecido y en queja amorosa.
¡Qué fácil sería prescindir de nuestra realidad corporal para alcanzar la plenitud del amor de Dios! Pero la pedagogía de Dios, mucho más sabia que nuestros criterios, se orienta por otros derroteros.

«Mas ¿cómo perseveras,¡oh vida!, no viviendo donde vives?3.
Para cuya inteligencia es de saber que el alma más vive donde ama que en el cuerpo donde anima, porque en el cuerpo ella no tiene su vida, antes ella la da al cuerpo, y ella vive por amor en lo que ama. Pero demás de esta vida de amor, por el cual vive en Dios el alma que le ama, tiene el alma su vida radical y naturalmente, como también todas las cosas criadas, en Dios, según aquello de san Pablo (Act 17,28), que dice: En él vivimos, y nos movemos, y somos, que es decir: en Dios tenemos nuestra vida y nuestro movimiento y nuestro ser. Y san Juan (1,4) dice: que todo lo que fue hecho era vida en Dios. Y como el alma ve que tiene su vida natural en Dios por el ser que en él tiene, y también su vida espiritual por el amor con que le ama, quéjase y lastímase que puede tanto una vida tan frágil en cuerpo mortal, que la impida gozar una vida tan fuerte, verdadera y sabrosa como vive en Dios por naturaleza y amor.»
(Cántico espiritual 8,3)

Agradecimiento a Fr.Ricardo ocd goteresiana.com